El objetivo de este artículo es principalmente sentar las bases para la mejor comprensión de uno de los temas más controversiales en el ámbito de la ciencia actual. Y como en toda disciplina, la mejor forma de concebir el discernimiento mas objetivo es conocer el asunto desde todos sus puntos de vista. Para esto presentaremos a continuación una completa y minuciosa investigación que comprende íntegramente, el espectro más abarcativo, visto desde todos los ángulos argumentativos de este polémico debate; haciendo énfasis por supuesto en el tema principal que nos apañe que es justamente todo lo que respecta a la vida acuática en sus diversas formas.
Animales Transgénicos
Un animal transgénico es, básicamente, un ser al cual se le ha alterado la estructura genética en la etapa prefecundatoria. La técnica mas utilizada, por lo general, consiste en manipular la carga genética de espermas u óvulos aislados, injertándoles genes específicos de otras especies a fin de concretar fenotípicamente características predeterminadas, en el nuevo ser.
Los albores de esta nueva disciplina científica vieron nacer a la planta de tabaco, a la cual injertándole el famoso gen GPF (proteína fluorescente verde) que produce la peculiar fluorescencia en las medusas, brillaba bajo una luz negra delatando más fácilmente la presencia de plagas de insectos. Mas tarde, el reto de ampliar la técnica hacia el mundo animal se enfrento a algunos obstáculos que atrasaron la «hazaña». Dado que el genoma animal es mucho mas complejo que el de los vegetales, existe todavía gran escasez de información en torno a sus estructuras. Además, la implantación de un nuevo gen en la estructura genética animal presenta un sin numero de riegos biológicos para el embrión en cuestión, teniendo en cuenta además el inexistente margen de error en lo que a aplicación de las técnicas genéticas se refiere. Otro de las mayores dificultades que enfrenta la disciplina es, sin mas, una simple cuestión técnica, puesto que la suma total de las secuencias conocidas en animales superiores, no excede de 900 millones de letras, y los últimos modelos de computadoras especializadas en «leer» las bases de los genes que han salido al mercado desde Japón, escriben al día la secuencia de unas 300.000 bases. Por lo cual se espera que en pocos años se pueda tener una información respetable sobre la mayoría de los ADN de los animales superiores.
Otro nuevo método para lograr la transgénesis animal es el sistema de esperma cultivado. Sin embargo, esta metodología aún no ha arrojado mejores resultados puesto que el cultivo prolongado de embriones podría alterar las funciones genéticas y producir en la fase adulta alteraciones comportamentales, de acuerdo con una investigación realizada en ratones que se publico en «Proceedings of the National Academy of Sciences». Se cree que los embriones cultivados durante periodos largos (entre 5 o 6 días mejor que entre 2 o 3) antes de la transferencia al útero permiten una mejor selección y minimizan los embarazos múltiples. Sin embargo, existen muy pocos datos acerca de los efectos a largo plazo de los embriones cultivados.
Para resolver este vacío, el equipo coordinado por Richard Schultz, de la Universidad de Pensilvania, transfirió embriones de ratón procedentes de uno o dos tipos de cultivos diferentes en una única madre. Como control emplearon embriones que también transfirieron desarrollados in vivo. «Las crías cuyo origen era los embriones cultivados presentaban alteraciones del comportamiento a partir del cuarto mes: su actividad locomotora y espacial era diferente a la de las otras crías», explicó Schultz.
Con todo esto podríamos pensar que los avances en esta disciplina serían dados en plazos más que largos. Cosa que no ha pasado en absoluto.con éxito un gen de la hormona del crecimiento humano en el genoma de un embrión de ratón, los avances comenzaron a sucederse uno tras otros. Los ratones gigantes, consiguieron atraer la atención del Ministerio de Agricultura de Estados Unidos, el cual subvencionó otra serie de experimentos en microgenética en los que se insertaron genes de la hormona humana del crecimiento en embriones de cerdos y corderos; sin embargo los resultados no fueron demasiado alentadores: en los pocos ejemplares que sobrevivieron a la implantación se apreciaban graves deformaciones óseas en su crecimiento, así como dolencias reumáticas en las extremidades y defectos oculares como el estrabismo.
Desde que en 1983, en la Universidad de Washington y Pensilvania se consiguió insertar con éxito un gen de la hormona del crecimiento humano en el genoma de un embrión de ratón, los avances comenzaron a sucederse uno tras otros. Los ratones gigantes, consiguieron atraer la atención del Ministerio de Agricultura de Estados Unidos, el cual subvencionó otra serie de experimentos en microgenética en los que se insertaron genes de la hormona humana del crecimiento en embriones de cerdos y corderos; sin embargo los resultados no fueron demasiado alentadores: en los pocos ejemplares que sobrevivieron a la implantación se apreciaban graves deformaciones óseas en su crecimiento, así como dolencias reumáticas en las extremidades y defectos oculares como el estrabismo.
De todos modos, estos meros pasos en falso no desalentaron ni a los científicos ni a inversores que siguieron apostando su dinero en «aras de la ciencia». Los experimentos continuaron sin cesar, alentados generalmente por los resultados positivos.
De esta manera, el mundo científico vio nacer a Andi, el primer mono transgénico cuyas células llevan en los núcleos un gen que codifica la proteína GPF, que es precisamente el gen insertado de la medusa. Científicos del Centro de Investigación de Primates de Oregon, en EEUU, publicaron en Science cómo han logrado transferir el gen de una medusa al óvulo de una mona, fecundarlo, implantar el embrión resultante en un útero de otra mona para que ésta llevara adelanta un embarazo a término.
Los expertos pretendían con esta proteína, que sirve fundamentalmente como marcador, demostrar que es posible la creación de primates no humanos transgénicos.
Si en el futuro se confirma que esta técnica, u otras de mayor eficiencia, se pueden llevar a cabo con un coste-eficacia ajustado, llegará a planteare la utilización de primates no humanos transgénicos que padezcan una enfermedad determinada, generada precisamente mediante inserción en el embrión de los genes que producen esa patología.
Así será posible investigar de una forma profunda muchas enfermedades comunes y comprobar el efecto que tienen sobre ellas nuevos fármacos específicos.
Los científicos saben perfectamente que en ciertos problemas biomédicos, los modelos animales basados en ratones transgénicos no reflejan después la realidad en humanos. En monos, las cosas pueden ser muy distintas.
Peces Transgénicos
Desde el desarrollo del primer pez transgénico en los años noventa, investigadores en laboratorios y empresas de acuicultura se han concentrado en peces de ingeniería genética que crezcan más y necesiten menos alimento. Distintas empresas biotecnológicas han conseguido variedades de salmón, trucha, tilapia, pez plano del Ártico y otras especies comerciales a las que la alteración de su código genético les ha conferido una mayor tasa y velocidad de crecimiento, más resistencia a enfermedades, menor susceptibilidad a condiciones ambientales adversas y unas necesidades alimenticias significativamente inferiores.
La mayoría de la investigación y el trabajo desarrollado sobre peces transgénicos, se centra en el aumento de crecimiento y esta siendo desarrollado por diferentes países en todo el mundo como EE.UU. Canadá, Nueva Zelanda, Israel, Tailandia, Taiwán, Reino Unido y China.
Muchos equipos de investigación han introducido con éxito genes de la hormona del crecimiento humano y de animales en distintas especies de peces provocándoles un crecimiento varias veces más rápido que el de sus semejantes naturales.
Es principalmente, en los laboratorios europeos donde la manipulación genética se orienta hacia el mundo piscícola, habiéndose conseguido en este campo algunos resultados notables.
Fue en este marco donde, el veterinario Gottfried Brem, de la República Federal Alemana, obtuvo uno de los primeros grandes éxitos al adicionar en una probeta con unos huevos fecundados de perca una solución de ADN que contenía el gen de la hormona del crecimiento humano, así como el gen del ratón conocido como Metalotionoino, cuya misión es activar la acción del nuevo gen recién injertado. Muchas de las crías de perca objeto del experimento habían incorporado los genes humanos y del roedor a su propia sustancia hereditaria.
En tanto, en la Universidad británica de Southampton, diversos científicos trabajan en la obtención de un pez transgénico: la súper-trucha. La trucha tiene demanda en el mercado y su cría en piscifactorías es fácil, aunque uno de los pocos problemas que tiene se relaciona con la pureza de las aguas, ya que es muy sensible a cualquier contaminación. En Southampton se está tratando de insertar en el ADN de la trucha un gen proveniente del ratón de campo para prestarle cierta inmunidad contra la toxicidad de los metales pesados. Al mismo tiempo se le injertará un gen de rana para que su organismo produzca globina, y así sea capaz de vivir en estanques y charcas con poco oxígeno. Esta trucha-ratón-rana, podría ser criada perfectamente en ríos y estanques contaminados, en los que hoy es imposible su explotación.
Del otro lado del océano, la cosa no da para menos. La sociedad americano-canadiense A/F Protein Inc, implantada en Massachussets, ha modificado un salmón del Atlántico con un gen de crecimiento de un salmón del Pacífico. Este salmón, bautizado AquAdvatage, crece de cuatro a seis veces más rápido que un salmón normal. A/F pretende también que posea una mejor tasa de conversión de la comida: necesita un 25% menos de alimento en el curso de su ciclo de vida.
Otro gran lauro en términos de peces transgénicos made in América del Norte, es la historia del supersalmón. Hace cerca de 20 años en Canadá, un grupo de investigadores logró identificar y aislar proteínas de peces cuya función era evitar los efectos de las aguas a frías temperaturas. Las proteínas «anticongelantes», extraídas inicialmente del pez plano del Ártico (platija) fueron introducidas con éxito en una variedad de salmón atlántico. Posteriormente, se le añadió la hormona del crecimiento del salmón Chinook.
Tras años de experimentación, el supersalmón puede incorporar su peso corporal hasta un 1000%, al tiempo que mejora su tolerancia a bajas temperaturas, reduce sus necesidades alimenticias entre un 40% y un 60% e incrementa la disponibilidad de carne muy por encima de las variedades naturales. El supersalmón crece en la mitad de tiempo que el natural hasta alcanzar de dos a seis veces su tamaño. Se convierte así en el mayor del mundo.
Peces Ornamentales?
Si bien los inicios de las experimentaciones en esta área científica tenían como objetivo principal presentar soluciones a los males universales de la humanidad, los adelantos tecnológicos ha caído una vez más bajo la influencia de la moda.
A partir del 11 de Septiembre de 2002 se comenzó a comercializar un pequeño pez transgénico con una extraña coloración amarillo-verdoso con propiedades fluorescentes. El pez es conocido con el nombre comercial de TK-1, pero proviene de una variedad del grupo Oryzias sp., mas precisamente de la especie latipes.
Más conocido como Medaka, el Oryzias latipes es un ovíparo asiático de agua dulce de la familia Adrianichthyidae procedente de los ríos y lagunas subtropicales de Japón, Corea, China y Viet Nam y no posee ninguna coloración en su estado natural.
Al nuevo pez se le añadieron genes de medusa para darle fluorescencia de color amarillo verdoso. Los científicos tomaron el gen GPF y lo implantaron en un embrión de Medaka, logrando así un espécimen en el cual todas y cada una de sus células tiene el gen fluorescente, así que desde sus órganos internos hasta la piel es amarillo verdoso y brilla en la oscuridad. Fang, agregó que el gen fluorescente no es dañino y que su diseño supera las normas de importación de organismos genéticamente modificados de la Unión Europea, «que no son para nada flexibles».
«Se eligió esa especie porque no tiene ninguna marca ni coloración externa y eso permite que el efecto resulte más visible», declaró Willis Fang, presidente de empresa taiwanesa Taikong, encargada de la creación del «pez Frankenstein».
Para desarrollar este proyecto, los investigadores de Taikong, contaron con la colaboración de organismos oficiales taiwaneses, como el Instituto de Tecnología Pesquera de la Universidad Nacional de Taiwán y el Instituto de Zoología de la Academia Sinica, dependiente de la Universidad Nacional de Taiwán.
Al puntapié inicial dado por el TK-1 le siguió el TK-2. En este caso la victima fue el el Brachidanio rerio, mas conocido como pez Cebra.
El pez Cebra es un animal utilizado históricamente como modelo de estudio genético en laboratorios de todo el mundo. Su disposición genética y la facilidad de manipulación, lo han hecho equivalente a la popular mosca del vinagre o al ratón en lo que a investigación genética se refiere.
El nuevo diseño se basó en un motivo púrpura fluorescente dado de la manipulación genética original del Ciprínido, añadiéndole un gen hallado en corales.
Mas tarde volverían a las fuentes, manipulando nuevamente la carga genética del Oryzias latipes para crear el TK-3 y el TK4. Básicamente una combinación de las técnicas utilizadas en los experimentos anteriores, dando como resultados peces de pigmentación azul y fucsia fosforescentes.
El Marco Legal
El Consejo Europeo de Estocolmo de marzo de 2001 identificó el sector de la biotecnología como uno de los más dinámicos en cuanto a desarrollo económico y empleo. En efecto, las invenciones biotecnológicas se encuentran en pleno auge gracias al descubrimiento de nuevas técnicas que ofrecen grandes esperanzas terapéuticas y alimentarias. En este contexto, el legislador europeo consideró necesario que dicho desarrollo fuese acompañado de la elaboración de un marco jurídico seguro que permitiese a las empresas europeas desarrollar y comercializar los nuevos productos y procedimientos resultantes de la ingeniería genética. La Directiva 98/44/CE, relativa a la protección jurídica de las invenciones biotecnológicas y adoptada tras un debate de diez años en el seno del Consejo y del Parlamento Europeo, forma parte de dicho marco.
La Directiva establece la diferencia entre, por un lado, los vegetales y los animales que son patentables y, por otro, las variedades de vegetales y las razas animales que no lo son. El motivo de esta diferencia reside en los medios de obtención del producto en cuestión: una variedad vegetal o una raza animal se obtiene, en general, mediante procedimientos esencialmente biológicos, mientras que los vegetales y animales transgénicos resultan de procedimientos no biológicos de ingeniería genética.
En el caso de los animales, las razas animales no son patentables. Sin embargo, las invenciones que tengan por objeto animales son patentables si su viabilidad técnica no se limita a una raza animal. Entre el gran número de patentes concedidas en el ámbito de la biotecnología desde la adopción de la Directiva en julio de 1998, algunas de las concedidas por la Oficina Europea de Patentes han provocado fuertes reacciones entre la opinión pública. Esto fue lo que ocurrió cuando se le concedió una patente a la empresa Seabright por la creación de un pez transgénico, lo que dio lugar a una pregunta escrita, dirigida a la Comisión por un miembro del Parlamento Europeo. La pregunta se refería, en concreto, a la conformidad de la concesión de una patente de este tipo con la no patentabilidad de las razas de animales. La Comisión, en su respuesta, señaló que, en una disposición del Reglamento de ejecución del Convenio sobre la patente europea -en la que se recoge el fondo de lo dispuesto al respecto en la Directiva 98/44/CE-, se establece que podrá concederse una patente para una invención relativa a un animal en la medida en que la contribución técnica que implique la invención reivindicada no quede confinada a una raza de animales determinada. Este parece ser el caso en el asunto de la patente concedida a la empresa Seabright.
Por otro lado, en el apartado 1 del artículo 6 de la Directiva 98/44/CE, se consideran no patentables las invenciones cuya explotación comercial sea contraria al orden público y a la moralidad. El Tribunal de Justicia, contrariamente a lo que se hubiera podido afirmar en el marco del recurso de nulidad de la Directiva, ha estimado que ésta es lo suficientemente precisa al respecto y que, por lo tanto, el riesgo de divergencias de interpretación no es un argumento válido. Asimismo, el Tribunal ha considerado que las autoridades nacionales, administrativas y judiciales de los Estados miembros son las más indicadas para decidir si una invención biotecnológica es válida teniendo en cuenta el contexto ético, sociológico y filosófico de cada país.
En la Directiva se establecen cuatro exclusiones expresas de patentabilidad, lo que no existía en las disposiciones de Derecho aplicable en materia de patentes. Se trata, entre otros, de los procedimientos de clonación de seres humanos, los procedimientos de modificación de la identidad germinal del ser humano y la utilización de embriones con fines industriales o comerciales.
Por último, en la Directiva se contempla de manera expresa la patentabilidad de los procedimientos microbiológicos y de los productos obtenidos directamente a partir de dichos procedimientos.
En el contexto legislativo Norteamericano, las cosas no parecen diferentes. Desde que en abril de 1987 la Oficina de Patentes de los Estados Unidos declaró que los animales manipulados genéticamente podían ser patentados libremente, ha empezado en todos los laboratorios públicos y privados del mundo que se dedican a la investigación genética una verdadera búsqueda, caza y captura del «gen» animal.
Desde el punto de vista de los derechos de los animales, en la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, aprobada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la cultura (UNESCO) así como también por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su Art. No. 5 declara:
«a) Todo animal perteneciente a una especie que viva tradicionalmente en el entorno del hombre, tiene derecho a vivir y crecer al ritmo y en las condiciones de vida y de libertad que sean propias de su especie.
b) Toda modificación de dicho ritmo o dichas condiciones que fuera impuesta por el hombre con fines mercantiles, es contraria a dicho derecho.»
Las Contras…
Posiblemente este nuevo «boom» científico es el aspecto que más preocupa a los naturalistas en la actualidad. Las protestas de los grupos ecologistas se encuentran frontalmente con los argumentos de los productores que aseguran que, bien usada, la manipulación genética ayudará a mejorar la calidad de los alimentos para el consumo humano.
Sin embargo, concretamente, la ingeniería genética de peces es una tecnología de alto riesgo con consecuencias potencialmente desastrosas si el pez transgénico escapa al medio ambiente. Las especies utilizadas en acuicultura son muy similares a las silvestres. Pueden sobrevivir y reproducirse en un medio natural, hibridándose rápidamente con las especies silvestres emparentadas.
Cuando la introducción de un nuevo gen aumenta el éxito de apareamiento de un pez transgénico y al mismo tiempo hace disminuir la viabilidad de la descendencia, con tan sólo unos pocos peces transgénicos se puede causar la extinción de poblaciones silvestres sanas.
Poniendo de manifiesto que el tamaño del cuerpo es un factor importante para el éxito del apareamiento de muchas especies de peces, los investigadores utilizaron modelos informáticos en investigaciones experimentales y comprobaron que, a causa de su ventaja en el apareamiento, la modificación genética sería traspasada a la población natural pero reduciría el éxito de eclosión y viabilidad de la descendencia, lo que significaría que este «gen troyano» llevaría finalmente a la extinción.
Hay otros escenarios que ponen de manifiesto los riesgos globales asociados al escape de peces transgénicos en el medio ambiente. Dado que al incrementar su tasa de crecimiento también se aumentan sus necesidades de alimentación diaria, se puede producir un efecto devastador en la naturaleza, especialmente cuando las especies modificadas por transgenésis son predadoras.
En los años 60, por ejemplo, se introdujo la perca del Nilo en el lago Victoria en África y en solo una década las poblaciones locales de mas de 400 especies diferentes de pequeños peces descendieron del 80% al 2% del total de los stocks piscícolas. Probablemente el 50% de las especies nativas desaparecieron de lago Victoria porque no pudieron competir con el nuevo invasor que exhibía un apetito insaciable.
Estos temores se han visto recientemente apoyados por los descubrimientos realizados por investigadores canadienses sobre el salmón transgénico coho que ha demostrado ser más agresivo que los salmones naturales.
Algunas compañías e investigadores involucrados en la producción de peces transgénicos argumentan que el uso comercial de sus productos no dañara al medio ambiente dado que los peces serán mantenidos en tanques de agua en tierra, así mismo aseguran que estos peces pueden ser esterilizados y por tanto imposibilitar su hibridación con las poblaciones naturales, incluso en el caso de que escaparan al medio ambiente. Sin embargo, ninguna de las medidas de seguridad desarrolladas hasta el momento, son adecuadamente seguras para prevenir la liberación accidental de peces transgénicos.
Estanques de Producción Acuícola
Una vez que la producción de peces transgénicos se haga a escala comercial, será imposible controlar las vicisitudes de cada individuo y asegurar que se cumplan las medidas apropiadas de contención.
Los tanques de agua en tierra con apropiadas medidas de seguridad (Ej. la esterilización del agua) no son rentables, por lo que las granjas marinas de acuicultura a gran escala son mucho más económicas.
La experiencia con la acuicultura tradicional demuestra que cualquier cultivo en el mar no puede prevenir totalmente el escape de peces, a pesar de que se utilicen jaulas más resistentes. En 1988, por ejemplo, una tormenta partió los amarres de las jaulas y redes de cientos de jaulas de acuicultura en la costa noruega permitiendo el escape de millones de salmones de piscifactoría.
Por otro lado, no existen actualmente técnicas disponibles que puedan garantizar un 100% de esterilización del pez objetivo. La técnica de esterilización mas comúnmente utilizada supone la manipulación del número del grupo de cromosomas. Mientras que las líneas naturales tienen dos series de cromosomas (diploides), los peces con tres series de cromosomas (triploides) son estériles. La triploidización de peces, por ejemplo, a través de la presión traumática de los huevos es posible, pero no es fiable para ser utilizada como método de contención para especies transgénicas dado que en los procedimientos actuales un cierto porcentaje de los peces tratados permanecen siendo fértiles.
Si se pretende ser totalmente efectivo en estos métodos de contención, la esterilización debe asegurar que todos y cada uno de los peces sean y permanezcan estériles bajo cualquier condición ambiental. Un éxito del 99% no es suficiente dado que, como han demostrado los investigadores de la Universidad de Purdue, un único pez transgénico fértil sería suficiente para destruir una población local en determinadas circunstancias.
En el ámbito comercial la cosa no pinta para mejor. El recurso a la sobreexplotación pesquera, a un mejor rendimiento o a una mayor disponibilidad de pescado a precios asequibles, no parecen argumentos suficientes.
Responsables de piscifactorías del mundo, no comparten por ahora el interés de las compañías biotecnológicas. En primer lugar por motivos económicos. El análisis considera que la mejora de las técnicas de cría en cautividad de variedades naturales ha conducido a una cierta saturación del mercado que, en apenas diez años, ha provocado una caída estruendosa de los precios. Hoy el kilo de salmón cuesta entre un 25% y un 35% que un decenio atrás.
Por otra parte, el análisis revela también las serias dudas que suscitaría un salmón modificado genéticamente entre los consumidores. Aunque no cita datos concretos, la asociación de empresas de biotecnología considera que cualquier pez transgénico que se introdujera en el mercado generaría un «amplio rechazo» que difícilmente podría vencerse ni tan siquiera con «concienzudas campañas de educación». Ya que, mientras que la evaluación del impacto del transgén en salud ambiental ha sido documentada, no ocurre lo mismo en salud humana. Por el momento, no existen estudios que certifiquen su inocuidad para los consumidores ni que aclaren los efectos a largo plazo de la hormona de crecimiento animal en personas.
Por si los argumentos en contra no fueran pocos, a Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos emitió un durísimo informe en el que alertaba de la «amenaza ambiental» de los animales transgénicos en general, y de los peces en particular.
El contenido del informe constituyó la base, en el mes de septiembre, para la presentación de una propuesta de ley en California para exigir la prohibición de comercializar peces transgénicos. En paralelo, científicos del Reino Unido se postularon por las mismas fechas para la restricción de las investigaciones con fines comerciales.
Un atisbo de esperanza
A pesar de las innumerables objeciones que se presentan en el marco de la transgenésis animal, no todo es incertidumbre. Sin desalentarse en absoluto, los científicos siguen experimentando sin cesar en pos de hallar nuevos horizontes para esta disciplina. Fue así que, tras ocho años de investigaciones, los expertos del laboratorio de biología de la Universidad Nacional de Singapur descubrieron que, una vez modificado genéticamente, los músculos del pez Cebra pueden producir gran cantidad de proteínas para inmunizar contra la Hepatitis B.
Para que la original vacuna funcione, éste pez tropical transgénico debe servirse crudo, ya que las temperaturas elevadas de cocción destruyen la proteína que alberga la vacuna, explicó a EFE el director de la investigación, el profesor Gong Shiyuan.
El científico añadió que, a pesar de que se ha intentado con anterioridad crear vacunas transgénicas con plantas y animales, no se había logrado hasta ahora porque éstos no producían la cantidad de proteínas necesarias para su ser efectivas.
Por ello, la creación de este «pescado-vacuna» supone un avance en el estudio de alimentos transgénicos que en un futuro se cree sustituirán a los indeseados pinchazos y facilitarán que la inmunización llegue en forma de bananas, papas o pescado a poblaciones más aisladas.
De momento, el descubrimiento sólo podrá aplicarse a animales de granja o a otros peces, ya que el consumo humano de productos animales genéticamente modificados no está aún aprobado.
La Polémica está planteada
En el ámbito acuariófilo mundial, la mayor parte de las agrupaciones acuarísticas pusieron el grito en el cielo tras la noticia de la salida al mercado de los pececillos «high tech». Aunando criterios, han levantado su voz de protesta ante lo que consideran como una aberración en contra de la naturaleza y un peligro para los ecosistemas naturales si estos peces transgénicos llegan a reproducirse en la naturaleza.
Los responsables de la creación de estos peces, Taikong Corp y su filial Azoo, aseguran que los peces son absolutamente seguros porque serian esterilizados al momento de salir al mercado. Sin embargo, sus detractores, aseveran que nunca es 100% segura la esterilización en todos los casos.
Instalado el debate en el mundo del acuarismo, algunas personas suponen que es muy probable que si estos peces son liberados en la naturaleza, debido a su fluorescente color, serán blanco fácil de los depredadores al ser más visibles. Sin embargo, esto es solo una conjetura, pues cabe recordar que en la naturaleza, los animalejos más venenosos o de mal sabor, como la rana flecha, poseen muchas veces colores muy brillantes y se pasean a plena luz del día con la convicción de que ningún glotón depredador osara incluirlo en su menú; lo que llevaría a su multiplicación sin control.
Ya han sido demasiados los problemas de impacto ambiental que el hombre ha provocado al introducir de manera intencional o descuidadamente especies de peces foráneas en los ecosistemas acuáticos. Y el hipotético caso de un nuevo accidente es lo que desvela el sueño de los acuaristas del mundo.
«Estamos ante un típico caso de mal uso de un tipo de tecnología que debería ser aplicada al beneficio de la humanidad y que, en cambio, fue puesta al servicio de la novedad sin sentido», opinó en su editorial la revista de ictiología «Fishkeeper». Derek Lambert, su editor, lanzó un llamado a boicotear el lanzamiento del TK-1 y expresó su preocupación respecto a la posibilidad de que sea «el primero de una larga serie de peces genéticamente modificados», que podría llegar incluso a crear «pirañas que sobrevivan en nuestras aguas. Todos estamos preocupados por el pez Frankenstein de Taiwán», dijo Lambert. Por su parte, Keith Davenport, director ejecutivo de la Asociación de Comercio Ornamental Acuático, indicó que «interferir el genoma es innecesario» y condenó el hecho de que «se conviertan animales en accesorios de moda».
Otra cuestión que preocupa a los especialistas es que además, no se conoce a ciencia cierta que consecuencias puede traer el transgén al organismo del pez. Algunos expertos apocalípticos hasta han advertido de que los genes no actúan de forma aislada y que su introducción para añadir la fosforescencia pueden desencadenar cambios en otros genes e incluso producir toxinas.
Desde la organización ecologista Greenpeace, se suman rechazos a la polémica. «La venta de esta especie es un peligro para la salud global del ecosistema y me pregunto si es realmente necesario invertir grandes cifras de dinero en estos juegos», manifestó su experto en ingeniería genética.
En el ámbito local, Roberto Petracini, presidente del Killi Club Argentina se sumó a la iniciativa e instó a los acuaristas, desde el sitio web de la agrupación que preside, a boicotear al pececito luminoso.
Lo cierto es que, a pesar de críticas y advertencias, los peces transgénicos ornamentales ya han empezado a comercializarse desde hace 3 años y sus creadores taiwaneses siguen esperando un mar de beneficios.
Desde entonces, y aunque su exportación se ha prohibido en ciertos países, el pez se vende con éxito en Taiwán, Malasia, Japón y Hong Kong, y se espera su éxito continúe en los mercados estadounidenses.
Sin embargo, las suplicas de los ecologistas europeos no han caído en saco roto y el gobierno de Singapur se vio obligado a incautar cientos de peces transgénicos que estaban siendo importados, dijo Fisher Lin, director de investigaciones de Taikong, firma criadora de peces convertida en empresa biotecnológica, con base en Taipei.
«Es difícil hacer grandes adelantos en diseño genético, pero aún más difícil es comercializar el producto. Aún tenemos grandes esperanzas para el pez transgénico y creemos que se venderá. Pero también sabemos que la gente tiene muchos interrogantes», afirmó.
Desde la visión de los representantes de la firma que venderá los animales en Singapur, Adec, explicaron que los controvertidos peces no provienen de una especie en peligro de extinción y además no se pueden reproducir, dado que se venderán esterilizados, por lo que no creen que representen ningún peligro para el ecosistema.
Sin embargo, su venta ha suscitado cierto recelo entre los comerciantes, que creen que la comercialización de los peces «Frankenstein» puede hacer peligrar el redituable mercado de peces tropicales en Singapur.
La vicepresidenta de la asociación Comercio Ornamental Acuático, Pauline Teo, teme que aquellos países que se oponen a la exportación del ovíparo coloquen a Singapur en su lista negra, con lo cual «el mercado de peces singapurés podría perder muchos ingresos», explicó Teo al rotativo «The Strait Times».
Cada pez transgénico cuesta unos 600 dólares taiwaneses (17 dólares), mientras que un pez de la misma especie incoloro cuesta apenas unos 20 dólares taiwaneses.
Conclusión
Para comenzar a transitar el camino hacia una conclusión cuanto mucho medianamente acertada, habría que, en primera medida entender mejor la cuestión desde el punto de vista más objetivo. Y cuanto menos, desglosar por un lado, lo que se refiere a los avances biotecnológicos referidos a conquistas científicas encaminadas a apalear males universales inherentes al ser humano y por otro los experimentos que persiguen un mero beneficio económico.
Como quiera que sea, ninguna persona consciente puede negar el avance tecnológico. Sin embargo algunas de las innovaciones de estos últimos años, han escapado ampliamente al marco de la ciencia tradicional para abocarse a causas que para nada se condicen con la teórica sensación de ética imperante en la imagen que la sociedad inscribe en el sentido común. En esta instancia es donde se instala la polémica. Porque después de lo expuesto en el desarrollo integro de esta investigación decanta la verdadera naturaleza del debate. Que no es ni más, ni menos que los planteos que surgen acerca si es correcto o no, tal o cual experimento. Pero, solamente vistos desde el único ángulo verdaderamente genuino que es la ética y la moral de la realidad actual de los acontecimientos. Porque cuando algunos falsos mesías objetan que la tecnología debería ser aplicada en beneficio de la humanidad y no en detrimento del medio ambiente, caen en la hipócrita retórica de su misma aseveración.
Si hay algo que la historia ha probado es que la mayor parte de los avances en materia de bienestar humano han dejado atrás alguna consecuencia nefasta. Desde los motores a combustión interna hasta las represas hidroeléctricas, el hombre en su afán de progreso, «negocio» con la naturaleza, su bienestar personal a coste del «menor perjuicio posible». Y la innegabilidad de los acontecimientos desnuda la misma esencia de las actividades humanas. Porque el hombre es la única criatura que no se adapta al medio, sino que adapta el medio a sí mismo. Y al momento de sincerarnos, no podríamos ni imaginar -siquiera a los tan mentados ecologistas a ultranza- el hecho de cambiar el transitar en vehículos por el andar de a pies o la idea de alguna vez vivir privados de la preciosa electricidad.
Y aunque en estos párrafos haya destilado algunos conceptos un tanto incisivos, es irrefutable reafirmar ciertos postulados que todos deberíamos tener en cuenta para aceptar la realidad de los hechos con la conciencia plenamente activa y racional.
Sin más, focalizando en el tema central de esta investigación, no hay dudas que los peligros biotecnológicos son tangiblemente reales y no se puede eludir de ninguna manera la responsabilidad de las consecuencias que podrían traer aparejados. Por eso la existencia de un marco legal viable y su inclusión en el ámbito jurídico de las naciones es inminente. Así como también la integración a los estamentos legislativos de los organismos multinacionales.
Puntualmente, en el caso de los peces transgénicos creados para la ornamentación, es donde la disputa torna hacia su punto más álgido y donde los más exacerbados argumentan con la menor franqueza. Casi al límite de la ironía, auguran catástrofes globales colosales en el hipotético caso de una fuga al medio ambiente por parte de estos controvertidos pececitos, cuando en sus acuarios comunitarios mantienen especies de origen tan distantes como Corydoras aeneus y Chromobotia macracanthus, por citar los ejemplos más comunes. Porque, para el que aun no este al tanto, el mundo se ha globalizado y no solo en el ámbito de las comunicaciones…
Peor aún es el caso de los cíclidos conocidos como Cichlasoma sp. «Parrot» o algunas variedades d Discus, que han sido torturados físicamente hasta el extremo solo por satisfacer las ansias de los acuaristas a la caza de peces «exóticos».
Ahondando aún más, podría citar las elegantes colas y los vivaces colores de los Bettas splendens, las innumerables combinaciones de color de la holgada lista de Discus, los híbridos como Puntius sp. «Schuberti» o Cichlasoma sp. «Blue Dempsey»; y la lista no tendría fin… A esta instancia me pregunto: ¿Alguien pensó al crear estas variedades en las consecuencias que podría acarrear para el pez o para el medio ambiente, el cambiar de un tríz lo que a la evolución le tomo millones de años perfeccionar? ¿O es que los réditos consecuentes, nublaron su visión? ¿Y los acuaristas que mantenemos estas preciosas criaturas? ¿Que rol adoptamos ante estos «potenciales peligros»?
Es que pareciera que todos estos interrogantes se resuelven yendo directamente al mero significado denotado de su denominación: «peces ornamentales». Los colectamos, los reproducimos o lo creamos únicamente por la satisfacción de poseerlos y exhibirlos.
Una sociedad madura y responsable debe conocer y juzgar estos grandes avances, no desde el sentimentalismo y la radicalización, sino desde la objetividad más absoluta.
Esto sin mencionar que no pararemos. Nunca hemos sabido parar hasta que fue demasiado tarde… ¿Qué será lo próximo? ¿Hasta donde llegaremos?
De todas maneras el debate no tendrá fin…
En tanto un pequeño pez luminoso mira al frágil mundo desde su pecera, tal vez él no sea motivo de preocupación. Pero tal vez signifique el primero de una larga lista de peces modificados. Experimentos que nos llevan a preguntarnos, una vez más, si el hombre es realmente el animal inteligente de este planeta.
«Alguien dijo una vez que la Tierra era redonda y no pasó ná,… Bueno, sí pasó… Que lo mataron. ¡Por hereje!»