Lo primero que nos a la viene a la mente cuando escuchamos la palabra es ese miedo irracional que nos inculcaron desde chicos con películas como Piraña o relatos espectaculares de cómo se comen viva a una persona si se mete al agua. Pero para ser justos, es un pez como cualquier otro que sufre de una reputación muy negativa, al igual que los tiburones.
Primero, algunos datos sobre la palometa (pygocentrus nattereri): están emparentadas con las pirañas, al igual que muchos otros peces de la misma familia (incluyendo a los tetras, pez hacha, pacú y mojarras). Se distribuyen por todo América del Sur, desde el norte del Amazonas hasta ocasionalmente la cuenca del Río de la Plata. Pueden llegar a medir más de 30cm y pueden pesar casi 4kgus. Gustan de las aguas cálidas, blandas y ácidas. Desovan sobre las plantas flotantes (camalotes, irupés, lentejas, etc) y cuidan la puesta muy celosamente. Su agresividad se potencia con la temperatura, por lo que en las zonas por debajo de los 20° C no son problema.
Son peces que “cazan” en cardumen y lo decimos entre comillas porque si bien están catalogados como muy voraces, son bastante pobres en recursos a la hora de cazar su comida; más bien aprovechan algún pez herido o enfermo o carroña. Tienen un excelente olfato para detectar sangre, como muchos peces oportunistas y pueden olerla a mucha distancia. Pueden hasta ignorar a peces más pequeños porque no llegan a alcanzarlos en velocidad.
No hay muchos estudios sobre la especie ni un control en lo que respecta a su cantidad, pero son noticia cada verano por los ataques que se producen en las costas. El problema principal es que al ser predadores oportunistas, a diferencia de otros peces, el ruido y chapoteo los atrae, ya que simula un animal en el agua. Esto combinado con la drástica disminución de los yacarés y nutrias que normalmente son sus predadores; con la alta temperatura y la baja de las aguas que se producen en verano sumado al hecho de que muchas veces los bañistas se meten en aguas no autorizadas, propicia los ataques.
A pesar de todo, los ataques son bastante pocos y ninguno de gravedad teniendo en cuenta que el Paraná baña muchísimas ciudades. Cuando uno ve el video de las palometas del arroyo Leyes no entiende como puede ser que no se coman a la gente cuando se mete en el agua. La respuesta es simple, no es un lugar de baño donde se filmó sino un lugar donde se pesca y tira todo lo que no se aprovecha (peces, carnada, sangre, etc). Teniendo comida gratis, calor y movimiento, resultaría extraño no ver ninguna.